MÁS QUE UN COMENTARIO

Más que un comentario al texto, quiero expresar el profundo estado de embelesamiento en el que me encuentro por lo que, creo yo, haré por el resto de mi vida; SER PERIODISTA.

Hasta hace unas semanas, impulsado por la tentación de ojear un libro que un compañero de apartamento me recomendó, decidí iniciarme como lector. Aclaro, tal vez en algún momento pude pertenecer al grupo denominado bajo esa etiqueta; leí cuatro libros de Harry Potter. La verdad, es que no sé qué tanta literatura posea una de estas obras. Lo único cierto es que cada tanto que anunciaban la salida de un nuevo libro, corría a “Abra Palabra” –  conocida librería en Bucaramanga –  a conseguir mi propio ejemplar.

Cual niño estrenando “Power Ranger”, me escabullía con el libro entre brazos, presto a internarme en mi habitación. Luego, me sumergía en una profunda lectura. Las narraciones sobre momentos embarazosos me sonrojaban, las descripciones de los majestuosos paisajes me hacían pensar en los más bellos lugares antes vistos en algunos de esos programas que tanto vigilaba en National Geografic. Perdón lector si me desvié un poco del tema central, pero sentado acá en la mesa del comedor, caí en cuenta de que sí sabía sobre las virtudes de la lectura.

La obra escrita por Andrés Ospina, que me fue recomendada, lleva por título “Ximénez”. Sin nada que perder, abrí el texto, que entre tanto me gritaba: “¡Léame!, usted es estudiante de periodismo y ni pista da de lectura. ¿Ya se leyó Cien Años de Soledad?, ¡No!; ¿sabe algo de Vargas Llosa?, ¡No!; usted sólo sabe de poderes de magos, de ‘Rin Rín Renacuajo’ y ‘la Pobre Viejecita sin nadita qué comer’. ¡Sea serio!” Después del insonoro sermón que me propinó el libro, proseguí con la apertura del mismo.

Tan sólo iniciar, las conversaciones entre las refinadas señoras de los años treinta, los datos históricos sobre Colombia y uno que otro elegante insulto, mis pupilas ya estaban reducidas a dos balines que se paseaban de manera vertiginosa por cada una de las hojas. “¡Pero cómo! me he vuelto adicto”.

Al avanzar las páginas, la mano me apuntaba en repetidas ocasiones, como si estuviera poseída, al bolsillo delantero de mi maletín; necesitaba un resaltador. Si no subrayaba ciertos fragmentos después no podría soportar el abatimiento de haberlos olvidado. Pero no subrayé nada – el libro es prestado -, y sí, olvidé la gran mayoría de éstos. La buena noticia es que recuerdo uno de esos fragmentos en el que un personaje cita a Clímaco Soto Borda; excelente repentista.

“Si pública es la mujer

que por puta es conocida,

República viene a ser

la puta más corrompida.

Y siguiendo el parecer

de esta lógica absoluta,

todo aquel que se reputa

de la República hijo,

debe ser, a punto fijo,

un grandísimo hijo de puta”.

Brillante manera de callar a una insolente…

Al terminar de leer la novela quedé “iniciado”; así se acuñó el término en mi tierra. La ansiedad por emprender una nueva aventura literaria me carcomía. Además ya tenía claro que al igual que Ximénez, y todos los grandes periodistas, debía leer; debía cultivar mi hábito de lección.

En una de las asignaturas que debo cursar – Humanidades III – la docente hizo hincapié en la mala costumbre de los estudiantes de periodismo de no tomar un libro ni para matar un zancudo. Si los estudiantes no leían, mucho menos iban a escribir; esa era su premisa. Pues, tiene toda la razón. La única realidad visible, por lo menos para mí, es que el hábito de la lectura y la escritura no se pueden obligar. Cada persona sabrá en qué momento querrá ingresar al mágico mundo que esconden los Códices.

Sin la costumbre de leer, así parezca contradictorio, siempre me he aventurado a escribir; escribir anécdotas, opiniones, comentarios, etc. Ahora sabía que con la lectura como mi mejor aliada, podría mejorar enormemente mis textos.

La primera tarea a realizar en la asignatura era leer un libro llamado “La nada cotidiana”, de la escritora Zoé Valdés; obra enfocada en develar la vida de una enigmática mujer llamada Patria (Yocandra), y cómo ésta interactúa con su ciudad natal – La Habana – en plena revolución, además de explicitar su relación con las personas que allí residen. Posteriormente, realizar un comentario, escrito, o como sea que se llame lo que estoy haciendo en este momento.

Me presté para dejar el libro en la fotocopiadora, de esta manera los demás estudiantes accedieran a él; típica actitud de mamerto. Pero mi verdadera intención era extraer la información de primera mano.

(Carolina Rueda – la docente – me pidió especial atención con su texto; sólo me faltó llevarlo a comer.)

Utilicé el Transmilenio, medio de transporte bogotano por preferencia, para leer la mayor parte de la obra. El estilo de escritura de Zoé, sumado a las experiencias de vida de la protagonista, generó en mí un sinfín de estados. Algunas veces, cuando hablaba de “la vulva a la raja del ano”, y cosas por el estilo, me preguntaba: “¿Qué carajos le pasa a esta vieja?”. Pero en otras ocasiones, sus respuestas sarcásticas y groserías híbridas del cubano, colombiano, argentino y sabrá Dios de qué otros países latinos, me causaban gracia. Debido a las incontenibles carcajadas pasé un par de veces por loco en el bus. Estaba leyendo una obra de realismo en su máxima expresión.

La vida de Patria es de ésas que, aunque pareciera que no tienen nada interesante qué contar, desbordan en contenido vivencial. Nació entre gritos de revolución, entre promesas de cambio, entre la ilusión palpitante de su madre y padre por ser partícipes de un acontecimiento que cambiaría, según ellos y la mayoría de cubanos, a la Isla tal y como  la conocían.  A tan sólo unas horas de su nacimiento, el 2 de mayo de 1959, ya se había cruzado, dentro de la barriga de su madre, con el mismísimo Ernesto, el Che Guevara; ¡vaya honor!

Cuando se es niño no se alcanza a percibir la magnitud de las circunstancias, pero a medida que el niño crece y deja de serlo, todo lo antes ignorado se hace evidente.

A pesar del miserable racionamiento de las porciones de comida, aguantar apagones constantes y vivir la vida bajo el constante asedio de los “Militachos”, Patria nunca se sintió infeliz en su isla.

Su estado de ánimo siempre fue regular. Las únicas personas, según mi perspectiva, capaces de alterar éste, eran los hombres. Desde muy pequeña se inició en el bello arte del AMAR  – y lo pongo en mayúscula porque sí que me gusta ese verbo – debido a eso, en su condición de inocencia y ansia por experimentar, vivió más rápido e intensamente que cualquiera de las mujeres que haya “conocido”; y va con comillas porque no te conozco, Yocandrita.

Mi punto es: ¿será que Patria fue diferente a todas las niñas de 16 años?; ¿será que estaba loca de remate?; ¿Será que era adicta al sexo? O, será que simplemente expresaba lo que sentía sin tapujo alguno. Con frases como, “me senté en su pito bien erecto, y sí, mi himen había cumplido su cometido; descabezó al primer inocente”, sabrán de qué es lo que hablo.

Me encantaría saber si las conversaciones entre mujeres no son un asemejo a lo antes expuesto por la protagonista. Lectoras, ¿Será que el himen de ninguna de ustedes ha descabezado a algún “inocente” céfalo?; interiorícenlo.

Como todos y todas, Patria tuvo pocos grandes amores; los grandes amores son aquellos que, si no están a tu lado, estarás recriminándote toda tu vida el por qué fuiste tan majadero de haberlo dejado ir.

En mi caso, ese gran amor significó volverme un completo imbécil. (Risas en mi mesa de escritura) Pero sí, para qué lo niego. Durante mucho tiempo pensé en que nunca podría volver a tener una mujer parecida, y que desde el momento en que decidí dejarla por otra – que vale toda la pena del mundo – estaría condenado por el resto de mis días a ser un solitario infeliz. Pero heme aquí; pasé los papeles hace 6 meses para adoptar un gato, y ni eso. Miento; vivo solitario pero ¡feliz!

El primer remedo de amor que la protagonista experimentó fue con el Traidor.

Les voy a explicar por qué le llamó de esa manera. Imagínese a una niña de 16 años, cuyo corazón late a mil por hora con tan sólo ver pasar al hombre – escritor, buen mozo, alto, importante – que según ella, será su esposo, le hará hijos y ya saben ustedes qué más cosas. El señor la encuentra un día mojándose por la calle; caía sobre la Habana un fuerte aguacero. La condujo hasta su casa; la niña moría por besarlo, que le tocara el culo, las tetas y que, básicamente, ¡La hiciera suya!

“¿Eres virgen?”, pregunta el Traidor; La niña sí era virgen.

“Sí, así es”, le responde un tanto tímida.

El traidor no estaba dispuesto a despojar de su virtud a ninguna adolescente enamorada, por lo que se negó rotundamente a consumar el acto.

Eran tantas las ganas que tenía Patria de compartir ese sagrado gesto de humanidad con el escritor, que corrió en busca de cualquiera que tuviera un miembro viril capaz de romper, como dirían en mi tierra, el “celofán” que protegía su virginidad.

Después de haberlo hecho con un hippie que “pilló” borracho en una mesa – el señor no se iba a negar – volvió a la casa de su enamorado, donde instantes después logró su cometido.

Toda esa admiración terminó por irse al caño. El señor, que se hacía llamar a sí mismo filósofo, terminó siendo un fraude. El contenido de su obra maestra, por la cual había viajado junto a la protagonista  hasta Europa, tenía plasmada en cada una de las hojas la frase: “No puedo escribir, todos me persiguen”; vaya timo.

Afortunadamente, el siguiente amante fue eso, un amante. Dicen que el verdadero amor es el que permanece candente, el que no se apaga nunca.

En resumidas cuentas, todas las personas que rodeaban a Yocondra estaban expectantes a huir, cambiar la rutina, lanzar todo un poquito a la “mierda”. Mientras que ella, no disfrutando, pero tampoco quejándose, vivía sonámbula en la nada cotidiana.

¿QUIERES
CONTRATARME?

Para cualquiera que sea el servicio para el que nos quieran, lo único y más importante que deben saber es que en esta empresa nos importa la gente, por eso trabajamos con intención y mucho amor.    

TÉRMINOS Y
CONDICIONES

Cada contrato tiene unos términos y condiciones específicos, que serán acordados en la intimidad de la negociación.

SÍGUEME EN MIS REDES

para estar en contacto

LLÁMANOS: +57 3165334024        CHATEA: +57 3165334024       VISÍTANOS: Calle 61 # 17E-60      ESCRÍBENOS: tatanfue@gmail.com

Captura de pantalla 2024-08-13 115603