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¡A MEJORAR!

BLOG SERVICIOS AUTOBIOGRAFÍA TIENDA CONTACTO Sólo se puede ser crítico cuando se es consciente; y en esta sociedad pocos son conscientes de lo que padecen. Los tiempos han cambiado, la tecnología ha evolucionado, y junto a ésta otras cosas lo han hecho; la educación, por ejemplo. Como lo expresa Mario Vargas Llosa en su obra, “La civilización del espectáculo”, la cultura le pertenece a un reducido número de habitantes en una población. Explica también, que a medida que las descendencias surgen, todos los valores y costumbres que sus padres les dictaron, deben ser – casi que por obligación – heredadas. Si se supone que todos somos el producto de lo que nos enseñaron en nuestro hogar; valores, principios, modales, entre otras. ¿Por qué razón las descendencias hoy en día son tan pobres en todas las enseñanzas antes nombradas? Yo estoy muy de acuerdo con Vargas Llosa en que la cultura es de pocos. Tengo un libro en mi mesa; su título: “El Principito”. Su primer página dice: “A Sebastián mi hijo, con todo mi corazón, una feliz navidad y mucha prosperidad para tu vida. Te ama, tu mamá” y firma con su nombre. Tiene fecha del 24 de diciembre de 1997. ¿Por qué mi mamá me regalaba libros a los 6 años?, si tal vez, un niño de esa edad hubiera preferido un “Nintendo”. Con esa historia creo que explico de quién creo yo que es la culpa de la que la sociedad esté como está. El vacío de la casa, lo llena la calle. VOLVER A LOS BLOGS ¿QUIERESCONTRATARME? Para cualquiera que sea el servicio para el que nos quieran, lo único y más importante que deben saber es que en esta empresa nos importa la gente, por eso trabajamos con intención y mucho amor. TÉRMINOS YCONDICIONES Cada contrato tiene unos términos y condiciones específicos, que serán acordados en la intimidad de la negociación. SÍGUEME EN MIS REDES para estar en contacto Facebook Instagram Tiktok Spotify X-twitter Youtube LLÁMANOS: +57 3165334024 CHATEA: +57 3165334024 VISÍTANOS: Calle 61 # 17E-60 ESCRÍBENOS: tatanfue@gmail.com
UNA PROFESIÓN QUE RETUMBA EN LAS VENAS

BLOG SERVICIOS AUTOBIOGRAFÍA TIENDA CONTACTO Como periodista –aún no me gradúo, pero igual me considero periodista– debo admitir que a uno nadie le enseña a ejercer dicha profesión. En un conversatorio llevado a cabo hoy, 20 de agosto de 2014, una estudiante le preguntó a Leila Guerriero –afamada cronista argentina– si consideraba que la academia era necesaria para formar buenos periodistas. Su respuesta fue obvia. Si alguien tiene la fortuna de formarse como periodista dentro de un aula, bien por él. Pero, si no cuenta con aquella oportunidad, también. Si bien es cierto que la academia facilita los insumos básicos de todo periodista, el uso adecuado de los signos de puntuación y el no incurrir en errores ortográficos y de redacción, el estilo en la narrativa y la selección de historias y sus personajes ya recaen sobre cada quien; es algo personal. “A ti no te pueden enseñar cuándo usar adecuadamente una metáfora, cuándo insertar un inciso…”, explicaba la argentina. No existen parámetros trazados para los relatores de la realidad, éstos sólo pueden ser marcados por ellos mismos. Vale aclarar que las personas que cuentan con el chance de recibir la ayuda de, como ella misma lo dijo, “el trapecista fuerte”, o sea, un instructor o un docente, parten con cierta ventaja sobre los demás aspirantes a periodista. Sin embargo, la ventaja, pienso yo, yace en otros factores.La pasión con la que se vive la profesión es fundamental; ese es el motor que nos mueve, que nos eriza la piel, que nos impulsa a transmitir realidades de una u otra manera. Disfrutar de la lectura, ya sea riéndose, acongojándose con situaciones incómodas o atemorizándose por la personificación de escenas similares a algunas antes vividas. La crianza, las buenas o malas costumbres, las relaciones interpersonales, con el mundo y con uno mismo, definen qué clase de escritor se es.Hay quienes eligen ceñirse al rígido formato de la noticia. No demerito a los relatores de realidades fugaces, quienes en su ejercicio periodístico buscan mantener informada a la sociedad mediante datos concretos, cifras y testimonios oficiales, bien por ellos. Para mí estas noticias van y vienen como el viento. Mientras que otros, mucho más interesantes –pienso yo–, deciden inmiscuirse en lo profundo del suceso. ¿Qué es lo profundo? Resulta que las noticias giran alrededor de personas, y éstas, en su calidad de humanos, no pueden ser tratadas como simples cifras. Detrás de muchas noticias que se ven en los diarios, existen historias ocultas, historias que de verdad vale la pena contar.Leila Guerriero es una experta escritora de dichas historias. Honestamente, confesó que no era una hábil localizadora de relatos interesantes, que simplemente acudía a los sucesos que en algún momento causaron revuelo mediático, y que allí, donde supuestamente todo fue revelado, surgían relatos dignos de enmarcar.Cuando se le pregunta a algún personaje sobre su vida, en la mayoría de los casos, sólo se recibirá lo que el individuo quiera contar. Es por eso que para narrar realmente lo que sucede en las vidas de nuestros personajes, es necesaria la inmersión social. El trabajo de etnografía es fundamental a la hora de contar una historia con pelos y señales. “Si no hay una inmersión larga –3 meses mínimo–, no me siento con el derecho de contar una historia”, afirma la nacida en Junín.Cada individuo crece en circunstancias diferentes, tiene prejuicios impuestos por el contexto en el que se ha desenvuelto a través de su existir y reacciona a las diferentes situaciones según lo anterior; “No es su culpa, le tocó nacer ahí”, diría un profesor mío. Sin embargo, a la hora de ingresar en una cultura ajena a la nuestra, los prejuicios sociales y culturales deben eyectarse como gato en cúpula.En mí caso particular, y no soy nadie para venir a enseñar, viví la siguiente experiencia. Me interné durante una tarde-noche en un lugar que pocos se atrevían a pisar: La Casa del Diablo. Llegué con la mejor actitud posible, sin ningún prejuicio y hambriento de interacción. Al ingresar al inmueble, lo hice en busca de una historia, pero, cuando me dejé llevar por mi manera de ser e interactué con los habitantes de la casa, todo cambió. Mi personaje principal dejó de ser el lugar, mi interés se desvió hacia los habitantes del mismo. Ellos fueron los que produjeron la acción, los que contaron sus historias, los que hicieron del lugar algo mágico. Entonces, ¡todo cobró sentido! Mi labor fue sencilla, agudicé mis sentidos, me empapé de los olores, texturas, sabores y sentimientos que éstos me produjeron, y, con un poco de pericia narrativa, plasmé todo lo vivido. El efecto en la audiencia fue sorprendente. No tomé partida por nadie, simplemente comenté lo que allí sucedía. Fue entonces cuando los lectores que conocían aquel lugar supieron que allí residían personas, personas como ellos, como sus hijos y como cualquier otro vecino de la cuadra. Nuestra labor como periodistas va más allá de contar el dónde, cómo, cuándo, quién, cómo y por qué de las cosas. Nuestro trabajo debería ser, como Leila Guerriero lo ha dicho y hecho, disfrutar de la oportunidad de derramar experiencias, sentimientos e interacciones humanas en una hoja de papel, o, en mi caso, en un documento de Word. VOLVER A LOS BLOGS ¿QUIERESCONTRATARME? 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UNA PASIÓN QUE POCOS ENTIENDEN

BLOG SERVICIOS AUTOBIOGRAFÍA TIENDA CONTACTO Esta historia se empieza a escribir un cuatro de julio de 2014. Son las 03:23 de la mañana en la ciudad de Bucaramanga, capital del departamento colombiano de Santander. La cama me arrojó de sus sábanas como si no me quisiera más en sus entrañas. Con los pies en el suelo y el culo en el orillo del colchón, froté mis ojos y pensé: “mano, no puedo volver a dormir, tengo que escribir alguna joda sobre el fútbol”. Primero, he de decirles que he abandonado a la que fue mi gran amiga este semestre. Le he quitado mis afectos a la hoja en blanco de Word, y les confieso, muy sinceramente, que es porque cuando tecleo cada palabra, pienso en que no es suficientemente buena. Entonces me carcome la inseguridad, me hago el loco viendo fútbol, rayando el Panini o cualquier otra cosa que me aleje de tener que afrontar mi temor; ¡vaya cobarde! Pero, en este momento, con lágrimas en los ojos me digo a mí mismo: “Enano, es el fútbol, usted y él son uno. ¡Me hace el favor y le escribe algo de altura!”. La verdad, no me puedo contener aquí donde estoy, parezco un bebé recién nacido. Lloro de nostalgia pensando en que hoy la Selección Colombia enfrenta la cita más importante en su historia. Esos 23 jóvenes tienen felices a más de 45 millones de colombianos usando el fútbol como excusa para olvidar todo lo demás. ¿Santos?, ¿Óscar Iván Zuluaga?…Esos tipos ya quedaron en el olvido. En el comedor de mi casa, con algunas lágrimas sobre el rostro, pienso en todo lo que estas dos disciplinas significan para mí –el fútbol y la escritura –, y me angustia un poco saber que una ya se convirtió en frustración, y que la segunda, si sigo así, también pasará a serlo. Procuraré que así no sea… Esta historia de amor no es como otras historias. Por ahí he observado, en vista de que estamos en época mundialista y que la Selección Colombia está haciendo un gran papel, que muchas personas han escrito textos sobre su amor por el fútbol y la tricolor. Un amigo me incitó a que escribiese algo sobre este lindo deporte, conociendo él de mi relación con éste. Le dije que sí, que por supuesto lo iba a hacer, pero, la verdad, era pura mierda. Me daba pereza sentarme frente al computador y hacer lo que en este momento estoy haciendo. “Sí, Paillie, seguro escribo alguna joda”, le dije. Soy un casi-periodista, y digo casi porque sólo me falta el título –no quiero entrar en discusiones con los que dicen que periodista es cualquiera –. Mi segunda profesión es ser futbolista. En Bogotá, la ciudad donde estudio, me inscribo, desde hace 5 años, en cuanto torneo de fútbol requiera de mis servicios. Me adelanté mucho… Esta relación merece que su principio sea contado. Yo no empiezo las historias con un típico: “Cuando era un niño de 2 años toqué mi primer balón…”. Es que hay memorias de memorias. Algunos se acuerdan del nombre de la enfermera que los jaló del útero de sus madres. “Y abrí los ojos, el ambiente estaba impregnado por el olor a placenta…”. Ok, ya no mamo más gallo. Tengo buena memoria, pero ni por el carajo me acuerdo a qué edad le metí la primera patada a un balón. Resulta que, siendo el menor de tres hermanos varones, era justo y necesario que hubiera un arquero en la familia, y, como fui yo el último en ser parido, me tocó serlo. La cuestión era que no lo hacía de mala gana. Además de chiquito, porque tuve problemas de crecimiento, era masoquista, loco y resistente a los golpes; parecía camión blindado. Era el arquero perfecto, el hermanito que todo hermano mayor que le guste patear la bola sueña. Viví con mis hermanos en una cuadra que no tenía salida, el famoso tapón. Allí armábamos con los vecinos partidos de canchitas y, la gran mayoría de veces, cuando no salían las personas o repetían algún capítulo de Dragon Ball Z, simplemente salíamos los tres hermanitos Ospina a patear al portón del parqueadero, cuyo interior jamás fue usado, ya que mi papá guardaba espadas de guerreros, palos, banderas y un poco de basura de locos. Recuerdo mucho estar sentado viendo televisión en la biblioteca de la casa, cuando de repente me entraban los impulsos que mis tías querían parar con drogas –decían que yo era hiperactivo y mi mamá les decía que no, que esa era mi personalidad –, me paraba y les gritaba a mis compañeros de equipo: “¡Oigan!, ¿quieren salir a patear? “. Casi nunca recibía una negativa por respuesta. Si contaban con arquero, por qué no salir a practicar los chutes. Le pegaban durísimo, sobre todo el vecino, Héctor Julián Grecco, quien en algún momento, si no estoy mal, fue pretendido por el Santa Fe. ¡Pummmm!, ¡Passssssssssssss!, tapaba y tapaba los balonazos que me mandaban. Escribiendo esto, me acabo de acordar de algo. Jugaba con Víctor, mi hermano más contemporáneo, a que yo era un arquero famoso, y, a que cada vez que me metiera un gol, me tocaba pedirme a otro. “¡Gianluca Pagliuca!”, gritaba como un demente saltando por todos lados. ¡Pummmm!, atajaba un riflazo. Me metía el gol el ‘hijuemadre’ ese y me tocaba cambiar de arquero. “¡Oliver Kahn!”, gritaba de nuevo. Cuando me pedía ése, ni el mismo Roberto Carlos me podía sacar del portón. Posdata de párrafo: Sí que me daba piedra que me sacaran los arqueros italianos, eran los mejores en ese entonces: Angelo Peruzzi, Gianluca Pagliuca y Gianluigi Buffon –. Luego de mucho tiempo empecé a salir del portón. Víctor era el calidoso de la cuadra, el que todos decían iba a ser el Crack. El chino iba a necesitar con quién practicar sus regates. Entonces, como una dama de compañía, que se acomoda a la situación, me sacaron del arco y me pusieron a defender. Empecé a encontrar en mí dotes de defensor. Era
PIÉNSELO

BLOG SERVICIOS AUTOBIOGRAFÍA TIENDA CONTACTO Con la llegada del señor Gustavo Petro a la Alcaldía Mayor de Bogotá, los índices de contaminación registraron los índices más bajos en la historia de la capital colombiana.http://bit.ly/1z0Bbmc El líder político ha emprendido una incansable lucha por mejorar el estilo de vida de los bogotanos, mediante normativas que restringen la posibilidad de construir en lugares no aptos para su habitabilidad, la implementación de vehículos amigables con el medio ambiente, la inclusión social para recicladores, entre muchas otras cosas. Una de las prácticas que más ha fomentado, es la promoción y participación ciudadana en el uso de la bicicleta. Cabe aclarar que anteriores alcaldes tienen mucho mérito en la culturización de ésta; es el caso de Antanas Mockus y Enrique Peñalosa. A pesar de todos los datos que demuestran que la ciudad ha mejorado, el imaginario de Bogotá, hasta para los mismos bogotanos, es de caos, desorden, inseguridad y un sinfín de adjetivos peyorativos que la hacen, para el que no la conozca, un lugar impensable para vivir. Soy de otra ciudad de Colombia, una ciudad ordenada y limpia –dentro de los bajos estándares de limpieza y orden de nuestro país-, y no creo en todas las patrañas que surcan, como círculos viciosos, por las bocas de cientos de miles de bogotanos y foráneos que habitan esta hermosa ciudad. Y no lo hago porque en Bogotá todos opinan, todos tienen la solución, pero nadie la aplica. Recuerdo que el Alcalde dijo en una ocasión que los ciudadanos debían evitar el uso de sus celulares en las calles. ¡Todo el mundo le cayó encima! Y, ¿Por qué? Porque la gente acá piensa lo que el vecino piensa, y si este señor es un canalla para el vecino, para mí también lo es. Si yo fuera su mamá le diría: “Mijo, evite sacar el celular en la calle”, y estoy seguro de que usted no me caería encima a decirme “Estúpida”, “¿Esta socialista me está hablando en serio?”, en fin, sé que me agradecería por la preocupación. Lo cierto es que Bogotá ha cambiado, y si para muchos “esta ciudad está inhabitable” y “peligrosísima”, la realidad es otra; la capital registra la tasa más baja de homicidios en 30 años. http://bit.ly/1pes8x5 Las normas en este país están diseñadas para ser pisoteadas Además de los costosos impuestos y el alto precio de la gasolina, los automóviles cuentan con una restricción: el Pico y Placa. Esta medida pretende controlar la circulación de automotores por la ciudad, contribuyendo a la reducción del impacto ambiental y de los embotellamientos que tanto agobian a los ciudadanos. Con la llegada de esta norma, muchos habrán pensado en sus hogares: “Ah, ¿me van a poner una restricción? ¡Pues me compro otro carro!”. Entonces, una norma que pretendía reducir la circulación de vehículos, termina por aumentarla. Es irónico. Estas mismas personas son las que se quejan de los trancones, de la contaminación, de la inseguridad y del resto de problemas que ya nos sabemos de memoria –RCN y Caracol ya nos enseñaron el discurso-. Pero, son ellos los que tienen carro todos los días, los que sacan el celular en cualquier esquina y, que por ende, padecen de las “gravísimas” enfermedades de la urbe sabanera. Es cierto que los medios de transporte masivos de la ciudad no están bien –aunque, personalmente, quiero y uso mucho el Transmilenio-, y, cuando me refiero a que no están bien, es porque algunas vías del Transmilenio están resquebrajadas, lo buses públicos padecen el constante embotellamiento de la ciudad y, algunas veces, es difícil caber dentro. Gracias a Dios no sufro del mal de ‘entecamiento’, o sea, no me enteco si voy apretado. Sí, es cierto que no tenemos el sistema de transporte de Madrid, de New York o de Hong Kong, pero, ‘mijo’, déjese de idealismos pendejos, si en Amsterdam dejó el celular en la mitad de un parque, y cuando vuelve continúa ahí, y además le subieron el puntaje en Candy Crush, eso es allá, acá usted tiene que vivir pendiente. Sé que es duro, pero así es. Mi punto es, si está cansado de los ‘trancones’, y es de los que se ‘enteca’ si se monta a un Transmilenio o en un bus, cómprese una bicicleta, preferiblemente sin motor; ¡NO SEA FLOJO! Ejercite las piernas, respire, mire gente a su alrededor, sienta el aire acariciándole el rostro. Y sí es de los que prefiere seguir conduciendo automóvil, suba el volumen del radio, recueste la silla y aguántese el ‘trancón’. No haga parte de las personas que contribuyen al problema y que además se quejan. Y si pretende seguir empeorando la situación, entonces sea coherente con su proceder y no diga nada. ¡HAGA PARTE DEL CAMBIO!, monte bicicleta, deje de escribir en Facebook #FuerzaCampesinosColombianos y más bien cómpreles la fruta y la verdura, en fin; piense en su gente, en su ciudad y en usted. VOLVER A LOS BLOGS ¿QUIERESCONTRATARME? Para cualquiera que sea el servicio para el que nos quieran, lo único y más importante que deben saber es que en esta empresa nos importa la gente, por eso trabajamos con intención y mucho amor. TÉRMINOS YCONDICIONES Cada contrato tiene unos términos y condiciones específicos, que serán acordados en la intimidad de la negociación. SÍGUEME EN MIS REDES para estar en contacto Facebook Instagram Tiktok Spotify X-twitter Youtube LLÁMANOS: +57 3165334024 CHATEA: +57 3165334024 VISÍTANOS: Calle 61 # 17E-60 ESCRÍBENOS: tatanfue@gmail.com
MÁS QUE UN COMENTARIO

BLOG SERVICIOS AUTOBIOGRAFÍA TIENDA CONTACTO Más que un comentario al texto, quiero expresar el profundo estado de embelesamiento en el que me encuentro por lo que, creo yo, haré por el resto de mi vida; SER PERIODISTA. Hasta hace unas semanas, impulsado por la tentación de ojear un libro que un compañero de apartamento me recomendó, decidí iniciarme como lector. Aclaro, tal vez en algún momento pude pertenecer al grupo denominado bajo esa etiqueta; leí cuatro libros de Harry Potter. La verdad, es que no sé qué tanta literatura posea una de estas obras. Lo único cierto es que cada tanto que anunciaban la salida de un nuevo libro, corría a “Abra Palabra” – conocida librería en Bucaramanga – a conseguir mi propio ejemplar. Cual niño estrenando “Power Ranger”, me escabullía con el libro entre brazos, presto a internarme en mi habitación. Luego, me sumergía en una profunda lectura. Las narraciones sobre momentos embarazosos me sonrojaban, las descripciones de los majestuosos paisajes me hacían pensar en los más bellos lugares antes vistos en algunos de esos programas que tanto vigilaba en National Geografic. Perdón lector si me desvié un poco del tema central, pero sentado acá en la mesa del comedor, caí en cuenta de que sí sabía sobre las virtudes de la lectura. La obra escrita por Andrés Ospina, que me fue recomendada, lleva por título “Ximénez”. Sin nada que perder, abrí el texto, que entre tanto me gritaba: “¡Léame!, usted es estudiante de periodismo y ni pista da de lectura. ¿Ya se leyó Cien Años de Soledad?, ¡No!; ¿sabe algo de Vargas Llosa?, ¡No!; usted sólo sabe de poderes de magos, de ‘Rin Rín Renacuajo’ y ‘la Pobre Viejecita sin nadita qué comer’. ¡Sea serio!” Después del insonoro sermón que me propinó el libro, proseguí con la apertura del mismo. Tan sólo iniciar, las conversaciones entre las refinadas señoras de los años treinta, los datos históricos sobre Colombia y uno que otro elegante insulto, mis pupilas ya estaban reducidas a dos balines que se paseaban de manera vertiginosa por cada una de las hojas. “¡Pero cómo! me he vuelto adicto”. Al avanzar las páginas, la mano me apuntaba en repetidas ocasiones, como si estuviera poseída, al bolsillo delantero de mi maletín; necesitaba un resaltador. Si no subrayaba ciertos fragmentos después no podría soportar el abatimiento de haberlos olvidado. Pero no subrayé nada – el libro es prestado -, y sí, olvidé la gran mayoría de éstos. La buena noticia es que recuerdo uno de esos fragmentos en el que un personaje cita a Clímaco Soto Borda; excelente repentista. “Si pública es la mujer que por puta es conocida, República viene a ser la puta más corrompida. Y siguiendo el parecer de esta lógica absoluta, todo aquel que se reputa de la República hijo, debe ser, a punto fijo, un grandísimo hijo de puta”. Brillante manera de callar a una insolente… Al terminar de leer la novela quedé “iniciado”; así se acuñó el término en mi tierra. La ansiedad por emprender una nueva aventura literaria me carcomía. Además ya tenía claro que al igual que Ximénez, y todos los grandes periodistas, debía leer; debía cultivar mi hábito de lección. En una de las asignaturas que debo cursar – Humanidades III – la docente hizo hincapié en la mala costumbre de los estudiantes de periodismo de no tomar un libro ni para matar un zancudo. Si los estudiantes no leían, mucho menos iban a escribir; esa era su premisa. Pues, tiene toda la razón. La única realidad visible, por lo menos para mí, es que el hábito de la lectura y la escritura no se pueden obligar. Cada persona sabrá en qué momento querrá ingresar al mágico mundo que esconden los Códices. Sin la costumbre de leer, así parezca contradictorio, siempre me he aventurado a escribir; escribir anécdotas, opiniones, comentarios, etc. Ahora sabía que con la lectura como mi mejor aliada, podría mejorar enormemente mis textos. La primera tarea a realizar en la asignatura era leer un libro llamado “La nada cotidiana”, de la escritora Zoé Valdés; obra enfocada en develar la vida de una enigmática mujer llamada Patria (Yocandra), y cómo ésta interactúa con su ciudad natal – La Habana – en plena revolución, además de explicitar su relación con las personas que allí residen. Posteriormente, realizar un comentario, escrito, o como sea que se llame lo que estoy haciendo en este momento. Me presté para dejar el libro en la fotocopiadora, de esta manera los demás estudiantes accedieran a él; típica actitud de mamerto. Pero mi verdadera intención era extraer la información de primera mano. (Carolina Rueda – la docente – me pidió especial atención con su texto; sólo me faltó llevarlo a comer.) Utilicé el Transmilenio, medio de transporte bogotano por preferencia, para leer la mayor parte de la obra. El estilo de escritura de Zoé, sumado a las experiencias de vida de la protagonista, generó en mí un sinfín de estados. Algunas veces, cuando hablaba de “la vulva a la raja del ano”, y cosas por el estilo, me preguntaba: “¿Qué carajos le pasa a esta vieja?”. Pero en otras ocasiones, sus respuestas sarcásticas y groserías híbridas del cubano, colombiano, argentino y sabrá Dios de qué otros países latinos, me causaban gracia. Debido a las incontenibles carcajadas pasé un par de veces por loco en el bus. Estaba leyendo una obra de realismo en su máxima expresión. La vida de Patria es de ésas que, aunque pareciera que no tienen nada interesante qué contar, desbordan en contenido vivencial. Nació entre gritos de revolución, entre promesas de cambio, entre la ilusión palpitante de su madre y padre por ser partícipes de un acontecimiento que cambiaría, según ellos y la mayoría de cubanos, a la Isla tal y como la conocían. A tan sólo unas horas de su nacimiento, el 2 de mayo de 1959, ya se había cruzado, dentro de la barriga de su madre, con el mismísimo Ernesto, el Che Guevara; ¡vaya honor! Cuando se
ESTA VEZ EL ARTE GANÓ

BLOG SERVICIOS AUTOBIOGRAFÍA TIENDA CONTACTO El pasado 29 y 30 de marzo la calle 26 recuperó su brillo. Luego de la arremetida por parte de las autoridades distritales tapando los graffitis, los artistas – porque eso son, artistas – respondieron con un despliegue de paz y arte digno del incomodo suceso color ocre. Escoltados por un clima ideal y por varios agentes de la policía distrital, los grafiteros tomaron sus únicas armas – stencils, lacas y un pulso verraquísimo – y, desde las 11 de la mañana, iniciaron el embellecimiento de la calle que lleva al Dorado. Desde la avenida Caracas hasta la carrera 30 con calle 26, jóvenes, adultos y niños dieron rienda suelta a su talento con las pinturas. Cada metro de pared carente de imaginación fue dibujado; unas con animales y personas, otras con figuras geométricas. Lo único cierto es que cada línea de pintura llevaba consigo un aire de inconformidad y libre expresión. Los agentes de policía lucían caretas de extrañeza, parecían fuera de lugar. Al igual que un tigre lamiendo un siervo, los uniformados esperaban un movimiento en falso para meter el zarpazo. Siguieron órdenes y le lamieron las latas a los grafiteros, ubicaron conos en los dos sentidos de la vía, asegurándoles un carril para realizar sus obras. Este acompañamiento generó varias opiniones. “Es hasta chévere, si tomaron la iniciativa de llegar a taparnos y volvernos mierda, también es válido que nos apoyen”, expresó REMS. Diferente a él, CHABO – otro artista – comentó: “Ellos lo hacen por hipocresía, porque esos manes nos querían sacar es al trote de acá”. Como estos dos pelaos, extrañados por la incómoda situación, el resto de grafiteros aceptaron la colaboración de las autoridades, sin dejar a un lado sus ideas sobre el normal proceder de los ‘Tombos’. El Capitán Diego Gómez, encargado de coordinar el normal desarrollo de la jornada, me comentó que las autoridades estaban enteradas de la toma grafitera y, que por órdenes del comando de Policía Metropolitana, se les envió a prestar el servicio de acompañamiento y seguridad a los protagonistas del evento. La subteniente Andrea Restrepo también me habló sobre el trabajo que estaban realizando. De manera contradictoria – y digo contradictoria porque días antes estuvieron en la misma calle tapando los graffitis de los jóvenes que en ese momento cuidaban – aseguró que la policía tenía que hacer un trabajo mancomunado con la comunidad, y que además era su responsabilidad apoyarlos para que estuvieran haciendo esto y no otras cosas. ¿Será que si no se hubiera armado semejante revuelta por las redes sociales, hubieran ido a “proteger” a los graffiteros? Yo creo que el siervo hubiera terminado bañado por los jugos gástricos del tigre. Los pintores urbanos buscan un responsable por el blanqueamiento de sus ideas, y la idea que predomina es que “la chimbita de alcalde que les tocó ahora” estuvo detrás de todo. Con la Bogotá Humana de Gustavo Petro sus expresiones artísticas lograron un espacio dentro de la legalidad, y no es coincidencia de que luego de la salida del susodicho, se hayan abalanzado con pinturas grises y ocres para “limpiar el entorno”. Presenciamos dos jornadas llenas de paz y arte, que lejos de ensuciar el entorno, lo llenaron de magia y espectáculo visual. Los ciudadanos no fueron ajenos a esto. Por la amplia 26 pasaban carros, buses y motos pitando, con sus ocupantes sacando las manos en señal de apoyo y gritando: “¡Esa es!, ¡Buena, buena!”. Todos los jóvenes lucían satisfechos, dichosos por hacer lo que más les gusta sin ser asediados por los ‘aguacates’. Otras personas se unieron a la jornada. Entre dos postes de luz, un señor hacía Slackline, un niño pasaba de un lado a otro montado en su monociclo, y así muchas personas gozaban de aquella soleada tarde bogotana. Los gestos de apoyo por parte de la ciudadanía y las autoridades deberían ser una constante, así dejaríamos de presenciar tantos abusos de autoridad y de escuchar tantas personas refiriéndose de manera peyorativa a los artistas urbanos como gamines, ñeros y gente sin oficio. Como dijo el CHABO – un excelente grafitero –, “No se dan cuenta que lo que uno hace, a lo bien, es arte. Para ellos, artistas son todos esos manes que salen en el periódico y todos los que van por allá a galerías de otros países, pero, aunque no lo crean, en la calle también hay arte y eso es a lo que nos dedicamos nosotros, o si no mejor nos quedaríamos en la casa durmiendo” Lo único cierto, es que gracias al trabajo en equipo y a la fuerza de las redes sociales, se recuperó un espacio de gran importancia para la esta ciudad, ícono del arte urbano en el mundo. El pulso lo ganaron las ganas, la unión y ¡EL ARTE! VOLVER A LOS BLOGS ¿QUIERESCONTRATARME? Para cualquiera que sea el servicio para el que nos quieran, lo único y más importante que deben saber es que en esta empresa nos importa la gente, por eso trabajamos con intención y mucho amor. TÉRMINOS YCONDICIONES Cada contrato tiene unos términos y condiciones específicos, que serán acordados en la intimidad de la negociación. 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LA RE BUENA CONMIGO MISMO

BLOG SERVICIOS AUTOBIOGRAFÍA TIENDA CONTACTO Bienvenidos a esta nueva sección de Tatánfue, se llama Directo al mango. La idea básica es poner luz y verdad en lugares donde abunda la oscuridad y la mentira. Ustedes mismos se encargarán de definir cuáles son los temas de los que hablaremos. En esta ocasión el tema es: “Falta de autoestima y seguridad en nosotros mismos”. Les quiero contar que hace un tiempo yo era una persona muy insegura de mí misma. Aunque no lo crean, todos tenemos nuestro quiebre, y el mío tenía que ver con cuestiones muy pero muy íntimas. Sufría mucho con los temas sexuales, sufría mucho con mi identidad y con muchos pensamientos de auto desaprobación que aparecían en mi mente. Cientos de pensamientos depredadores me hablaban constantemente dentro de la cabeza. ¡Era desesperante! ¡Era invivible! Hace un tiempo me parecía imposible tener alguna victoria en el exterior, ya que adentro vivía siempre derrotado. Aunque no lo parecería (y lo aclaro porque mucha gente me decía cosas como: “Ufff, usted debe vivir lleno de viejas” o “A usted le deben caer muchísimo, ¿no?”), mi vida era un caos mental y físico, una locura suicida. Según recuerdo, siempre anduve buscando amor, calor, cariño y paz. Esa fue siempre mi búsqueda, y creo que la de la mayoría. Necesitaba encontrar un lugar en el que mi mente se callara y mi cuerpo se calmara. Un lugar en el cual desacelerar mis pulsaciones y frenar mi ansiedad. Pero en vez de eso, con cada paso que daba, me encontraba con más y más vacío, más y más desesperanza. Patinaba siempre entre dos opciones: o yo la embarraba, o la otra persona la embarraba. ¡Carajo! ¿Por qué alguien siempre la tiene que embarrar? ¿Por qué nos tenemos que mover con tanta torpeza? ¿Por qué parecemos ciegos buscando corazones pares en la absoluta penumbra en la que las personas muestran lo que no son? ¡Qué locura! No recuerdo en cuántas camas me acosté queriendo entender qué estaba haciendo, de verdad. Y cuando digo “me acosté”, no estoy afirmando que tuve sexo, ¡NO! Precisamente ese era mi problema del pasado; que algo en mí no quería. “Raro, ¿no?”. Eso sería lo primero que se le vendría a la mente a cualquiera. Pero no, la realidad es que mi naturaleza me estaba guiando a lo correcto, y yo, completamente abrumado por los pensamientos que se me aparecían en la mente, pensamientos que me gritaban “cómasela”, “qué rico”, “no sea tan marica, Tatán”, insistía en ir contra mi voluntad, probándome a mí mismo que era un varón, un mero mero macho. ¿Y el resultado? El resultado, en la mayoría de los casos, fue nefasto, realmente nefasto. Se las pongo así: PRIMERO, de tanta pornografía que consumía, mi entendimiento de lo que debía ser el sexo estaba completamente distorsionado. SEGUNDO, mi cabeza me atacaba con cientos de pensamientos automáticos que me reprobaban como un hombre con el que una mujer disfrutaría estar. Así, ya de entrada, era muy complicado hacer algo que desde el comienzo no quería hacer. Y no era que no me gustaran las mujeres, sino que simplemente no me sentía cómodo. Era raro. Me veía al espejo y me encontraba bien, me encontraba alguien agradable a la vista, pero al parecer muchas viejas no estaban tan interesadas en mí. No obstante, muchas de ellas llegaron a mi vida; en su mayoría excelentes mujeres. Pero como les dije antes, les hice daño, a algunas mucho daño. La ecuación es sencilla. Si no nos amamos, si todavía no sabemos quiénes somos ni para dónde vamos, lo más seguro es que terminemos hiriendo más de un corazón en el camino. ¿Por qué? Porque de nuestro corazón todavía no puede salir un amor ágape, un amor desinteresado que todo lo soporta y todo lo perdona. Y se los digo porque lo viví. Yo sé lo que es comenzar una relación con las mejores intenciones y terminarla con una amarga decepción en el mango. Siempre que encontraba algún detalle que no me agradaba en la persona con la que estaba saliendo en el momento, lo más seguro era que todo terminara acabando. “Que le huele no sé qué a no sé qué”, “que me parece que es muy no sé qué”…Y así sucesivamente hasta el infinito, amén. Porque así es, cuando uno no se ama, TODO es desechable. Si no estoy contento conmigo mismo, ¿cómo me voy a contentar con alguien más? Si no acepto una parte de mi cuerpo, ¿cómo la voy a aceptar en alguien más? Si no creo en lo eterno, ¿para qué comienzo algo? ¿Para derribarlo? Solo un tonto construye para derribar, ¿no? Créanme, lo peor que podemos hacer es intentar llenar esos vacíos con otras personas; mucho menos con fiestas, drogas, alcohol y otras anestesias temporalmente mortales. Menos mal después, cuando conocí LA VERDAD, entendí el por qué de mi incomodidad, el por qué de mi no aceptación. Muchos de ustedes se preguntarán a qué me refiero cuando hablo de “LA VERDAD”. Bueno, LA VERDAD es que usted y yo, y todo lo que existe por estos lares terráqueos, no somos solo materia sólida, líquida y gaseosa. ¡NO! Hay algo más, que como dice una canción de Grupo Niche, “con los ojos no vemos y por dentro llevamos”. Esto que por dentro llevamos, a lo que denominaremos “algo espiritual”, no solo está en nosotros, sino también fuera de nosotros. Y para ir directamente al punto del que estábamos hablando, quiero contarles que “esto espiritual que está fuera de nosotros”, puede llegar a afectarnos muchísimo si le abrimos la puerta. Y como la mayoría lo ignoramos, o simplemente no creemos, pues vivimos jodidos, vivimos con la puerta abierta. Y así es muy difícil estar seguros, así es imposible encontrar paz, porque, ¿quién con un gran tesoro, vive con la puerta abierta en un mundo abarrotado de ladrones? El hecho de que ustedes y yo no creamos que el mundo espiritual existe, no significa que no nos
EL AMOR

BLOG SERVICIOS AUTOBIOGRAFÍA TIENDA CONTACTO Les voy a contar una historia. De amores les voy a hablar, de amores que quizás se puedan molestar. Les voy a contar un par de historias que no debería, que no debería contar. Mi pasado amoroso no fue muy bueno. Anhelos perdidos entre matches de Tinder y esporádicas conversaciones de Instagram y Facebook. Hola, ¿cómo estás? Súper bien, ¿y tú? Todo bien, todo bien. Ammm…, oye y, ¿qué vas a hacer hoy?, ¿quieres venir a mi casa y nos tomamos un vino? –Esto se puso extraño–. Me voy a poner en los zapatos de la china. A ver, ¿de qué va todo esto?, ¿cómo así que un vino? Este man lo que me quiere es hacer la lap, o sea la tavuel, o sea la vuelta. Por supuesto, mi amor. ¿Y usted quién es?, ¿qué hace en mis pensamientos? No pregunte, mija, no pregunte y siga la conversación. Ok, ok. ¿Y por qué está tan seguro de que me quiere hacer la vuelta? Porque yo lo conozco, yo sé quién es y las ausencias que posee. ¿Ausencias de qué? Pues de amor, mamita, de amor del bueno. ¿Usted lo puede ver en este momento? ¡Sí!, yo lo puedo ver. ¡Cuénteme, cuénteme lo que está haciendo! ¿Segura que quiere saber? ¡¡¡¡¡¡¡Sí!!!!!! Pues no, mañana le cuento. Mentira, mentira. No le voy a contar lo que está haciendo en este momento, pero sí lo que hizo antes. ¿Ok? ¡Ok! Listo, aquí va. El tipo siempre anduvo en busca de amor; una traga por aquí, otra traga por allá. Según él y su lengua, es posible enamorarse de 14 mujeres diferentes en un mismo fin de semana, incluso sin haberlas saludado jamás. ¡PFFF!, ¿y cómo es eso posible? ¡Ja! Querida, ese es el pan de cada día de muchos. Fin de semana 1: “No, mano, me enamoré”. Fin de semana 2: “Vago, esta es la mía, la madre”. Fin de semana 3: “Ya mismo me fui de anillo, ¡con esta me caso!”. Fin de semana 4: “Las tres pasadas eran unas ficticias, esta es la potranca de mi establo, mi pez”. Y así sucesivamente hasta agotar sus días. La cuestión es que, siguiendo esta lógica, este joven hizo del amor un papel higiénico, y de tanto pasárselo por donde ya sabemos, lo acabó desgastando. ¡No!, ¡pero espere! Por lo menos cuente una de sus historias de desamor. ¿Y a usted quién le dijo que eran de desamor? ¿Acaso perder no es ganar? ¡Calmado, Maturana! (Jajajaja) ¡Cuente más bien! Ok, ok, aquí va. ¿Pero esta vez sí es en serio? Sí, esta vez va en serio, ¡aquí va! 9 de julio de 2015. Pataclides, nuestro joven, estaba de cumpleaños; sabrá su abuela los años. Junto a su familia y amigos, la celebración ya alcanzaba altísimos niveles etílicos a la madrugada. 02:00 AM Oigan, ya pasamos bueno con mi familia, exclamó un poco ansioso. Abrámonos ya para Le Parc –una reconocida discoteca bumanguesa de entonces–. Los demás, muy de acuerdo con su propuesta, asintieron con la cabeza y comenzaron a despedirse de todos sus familiares. 03:00 AM Pataclides, junto a tres de sus mejores amigos, ingresó al establecimiento. ¿Sobrios? No les cuento. ¿Animados? ¡Como no se alcanzan a imaginar! ¿Y por qué? ¿Por qué qué? ¿Por qué tan animados? Mano, porque usted nunca sabe en cuál de esas salidas acabe encontrando al amor de su vida. Es como una ruleta rusa en la que, desgracia, o quizás fortuna, casi siempre acabamos perdiendo. En todo caso, paso a paso, subieron las escaleras. Segundo piso, puerta de vidrio deslizante, aire acondicionado a tope y “Baila Morena” totiando por todo el lugar. La banda se dividió en dos: dos por un lado, dos por el otro. El cumpleañero, escoltado por su hermano del alma, Andrés, caminó hasta la barra cual vaquero gringo. ¡Dos JaggerBomb!, por favor, le gritó al mesero. Los dos se miraron fijamente y soltaron una risilla, una risilla que dejaba ver su clara intención de acabar inconscientes aquella noche. Copa sube, copa baja. Otros dos, por favor, gritó de nuevo el joven mientras chequeaba la discoteca con mirada de don duro. Entonces… ¿Entonces qué? ¡Entonces algo pasó! ¿Qué, mano, qué pasó? ¡No me asuste así, mi pez!, que la historia iba bien tranquila como para que se comience a alterar de esa manera. Bueno, discúlpeme; voy a continuar narrando. Pasó que en un leve movimiento de cabeza, cuando se esperaba todo menos ver lo que vio, una pelinegra, cejona, blanquita, bajita, con cachetes rosados –como si se los hubieran cogido a arepazos– y una hermosa y protuberante boca, apareció en escena sin pedir permiso. ¡Cállese la jeta!, pensó nuestro joven con el corazón, el hígado, el páncreas, los párpados y toda su humanidad en la mano. ¡Oleeeee!, ¡pille a esa china! ¿Cuál?, preguntó Andrés. ¡Esa, mano!, contestó él. Ah, sí, está linda. ¡Cómo que linda!, reclamó Pataclides desconcertado, ¡es el amor de mi vida! ¿Qué hago?, le preguntó a su amigo. Pues cómo así que qué hago, ¡háblele!, ¿se embobó o qué? Bueno sí, pensó él, ni que la china lo fuera a morder. Cual niño de 10 años, pasó saliva y ¡PUMMM!, entró la policía al establecimiento. ¡Nadie se lo esperaba!, ¿sí o qué? Pero así fue. ¡Se acabó la fiesta! ¡Todo el mundo pa fuera!, gritó el comandante. ¿Y qué hora era? LAS 03:30 AM Pero tranquilos que esto sigue. El joven, aprovechando la situación, se acercó a su futura esposa. ¿Sabes por qué acabaron la fiesta?, le preguntó. Jamás se habían visto en sus vidas y él, el loco ese, ¿de la nada se puso a preguntarle semejante pendejada? No, ni idea, respondió la chica. En ese instante hubo un terrible silencio y luego un cortocircuito en su mente, no en la de ella, sino en la de él, decidiéndose por abortar la misión con un: OK, chao. Pataclides volvió derrotado a la seguridad de la barra, mientras en su interior se repetía: ¡Muchoooooo gilberto! ¡Cómo le voy a
BENDITO “NO”

BLOG SERVICIOS AUTOBIOGRAFÍA TIENDA CONTACTO Hay una cuestión que a muchos se nos dificulta: se trata de saber decir NO; facilísimo para unos, jodidísimo para otros. Yo, sinceramente, era la persona con menos carácter en el planeta tierra, y digo “era” porque con el tiempo he mejorado en el tema (aunque aún me falta bastante por trabajar). Esta falta de carácter me llevó, y aún me lleva, a lugares o situaciones en los que jamás me debí meter. No sé si les ha pasado, pero hay momentos en la vida en los que uno se pregunta: “¿Cómo carajos terminé metido en este embale?”. ¡Juemadre! Es que todo se hubiera evitado con un NO, un simple, complejo y jodido NO, ENE O. “Pero bueno, ya qué”, terminamos repitiéndonos a nosotros mismos para apaciguar la frustración. En la mayoría de las situaciones en las que acabé metido en problemas por falta de carácter, la única manera de salir con vida fue con la verdad. Hablarle a la gente con la que me comprometí, con plena franqueza y humildad, me aseguró en todos los casos una solución saludable para ambas partes. Pero espere, ¿entonces por qué no lo hizo desde el principio? ¿No hice qué? Hablarles con la verdad. Mano, porque muchas veces somos demasiado tontos. No sé por qué carajos nos da pena decirle que NO a la gente, siendo que esa palabra tiene mucho más mérito que el “SÍ”. No, en eso difiero con usted. ¿Y por qué? Porque en el mundo el “SÍ” está asociado a lo bueno, al avance, al “Sí, acepto” de la novia con su blanco vestido, al verde del semáforo, al “sí, te lo compro” del papá con su hijo en el centro comercial, y a muchas más situaciones que ponen al “Sí” por encima del “NO” en términos de bondad y mérito. A ver mano, déjeme le explico. Puede que el “Sí” esté cargado de muy buenas intenciones, porque siempre que aceptamos algo, lo hacemos pensando en que nos saldrá de la mejor manera. Pero la realidad es muy diferente, la realidad es que el mundo no se creó con buenas intenciones; el mundo se creó con sabiduría y poder, y como bien sabrá, la sabiduría nos invita a revisar qué tan inteligente y acertada será nuestra decisión. La sabiduría nos invita a pensar, a revisar los antecedentes y a sernos sinceros a nosotros mismos. Mejor dicho, en un principio ese “Sí” puede parecer muy noble, pero quizá en el fondo esté cargado de vanidad, necedad, capricho y otras intenciones ocultas que no nos traerán nada bueno, entonces, careciendo de honestidad y sabiduría, nuestro “SÍ” no solo nos acabará afectando a nosotros, sino a la otra parte metida en el compromiso. Y con esto no quiero decir que vivamos la vida diciéndole “NO” a todo el mundo, porque no tenemos espíritu de temor, sino que, cuando vayamos a decir que “SÍ”, sepamos que esta decisión tendrá que ser de bendición para nuestra vida, no solo en el momento, sino para siempre. Le voy a poner un par de ejemplos en los que tomé buenas y malas decisiones: Comencemos por las malas. Antes de conocer a mi amor verdadero, nada entendía de amor propio, por ende, vivía la vida buscando cálidos refugios en forma de mujer. Eran refugios momentáneos, porque con ninguna me visualizaba teniendo familia y viviendo para siempre. Aunque bueno, con algunas sí que lo hacía, pero entonces eran ellas las que solo querían estar un ratico a ver qué pasaba. ¿Y el resultado de este chistoso juego que antes jugaba? El resultado, casi siempre, era desgastantemente nulo. Comenzábamos algo con las mejores intenciones, o bueno, creyendo que eran las mejores intenciones, y al final todo terminaba en nada. Adiós, fue un placer. Por años me moví bajo esta misma dinámica, desgastando mi corazón, de relación en relación, hasta el punto en el que acabé sin sentimientos. Mi corazón pasó de ser un enamoradizo y romántico pedazo de carne, a un bloque de piedra congelada, sin esperanza alguna de encontrar ese utópico amor del que algunos hablaban. ¿Y dónde entra aquí el saber decir que “NO? Pues que hoy, luego de conocer al AMOR de mi vida (Dios), y de experimentar física, emocional y mentalmente su cuidado, sí que he ejercitado mi voluntad con la palabra “NO”. O sea, teniendo claro cuánto valgo, cuán grande es mi propósito y cuán importante la mujer con la que lo habré de cumplir, un “SÍ” únicamente saldrá de mi boca en el momento en el que esté completamente seguro de que ella es la mujer que Dios me dice que es. ¿Y cómo lo sabré? Pues mano, porque Dios me lo va a confirmar. La cosa es sencilla; cuando se tiene una relación cercana con Papá, su voz se hace un poco más fácil de escuchar, sobre todo si se trata de una decisión tan importante como esta; en ese tipo de casos sí que está pendiente. Pero espere, antes de que ese momento llegue, Él querrá probar nuestra confianza en su voluntad, por esa razón vendrán muchas mujeres, aparentemente perfectas para nuestro propósito, a afinarnos el discernimiento espiritual. ¿Difícil? ¡NAH! Divertido. La Palabra dice que Dios no nos pone ninguna prueba de cual no tengamos salida, sino que, por lo contrario, está con nosotros, llevándonos de la mano mientras nos fortalecemos en carácter, sabiduría, dominio propio e inteligencia. Mejor dicho, este tipo de pruebas formarán un varón, o una mujer, capaz de sostener un hogar que impacte cientos, miles, o millones de vidas alrededor del mundo. ¡Difícil tarea esta! Sí. Pero por eso Dios nos pasa por esta amorosa formación. Moraleja: no confíe en su propia opinión, porque aunque al principio las cosas parezcan muy bonitas, si Dios no está ahí, lo más probable es que todo acabe mal. Ahora les voy a contar las buenas decisiones: hace un tiempo era una persona que le decía que sí a todo el mundo. ¿Por qué? Porque